domingo, 2 de julio de 2023

 

Michel Desmurget: "Los nativos digitales son un mito, lo que hemos hecho a nuestros hijos en nombre de la codicia es imperdonable"

Doctor en Neurociencia, su libro 'La fábrica de cretinos digitales' advirtió sobre los efectos devastadores de la tecnología entre los más jóvenes: "Los nativos digitales son un mito, una leyenda urbana"Michel Desmurget: "Los nativos digitales son un mito, lo que hemos hecho a nuestros hijos en nombre de la codicia es imperdonable"

Doctor en Neurociencia, su libro 'La fábrica de cretinos digitales' advirtió sobre los efectos devastadores de la tecnología entre los más jóvenes: "Los nativos digitales son un mito, una leyenda urbana"



Está convencido de que nuestros hijos son cada vez más imbéciles (con perdón) y que la culpa de todo la tiene el abuso de los dispositivos digitales. Sostiene que los jóvenes de hoy en día son la primera generación de la historia con un coeficiente intelectual más bajo que la generación inmediatamente anterior y sus datos nos cuentan que antes de cumplir los 18 cualquier chaval pasa hoy delante de una pantalla el tiempo equivalente a 30 años escolares.

Su libro La fábrica de cretinos digitales (Península) zarandeó la conciencia digital en 2020, en plena pandemia, por la avalancha de cifras, estudios e informes sobre el efecto tóxico de la tecnología en los más jóvenes y porque la denuncia no venía de un cualquiera. Michel Desmurget (Lyon, 1965) es doctor en Neurociencia y director de investigación del Instituto Nacional de la Salud de Francia.


Suecia acaba de anunciar que paraliza su plan para digitalizar las aulas e invertirá más de 100 millones de euros para acelerar el regreso de los libros de texto. Y cada vez más países empiezan a cuestionar la idoneidad de introducir las nuevas tecnologías en la escuela. ¿A qué cree que se debe este cambio y cuál ha sido el punto de inflexión?

¡La evidencia! Por fin los políticos se fijan en los datos. Lo sorprendente no es el retroceso actual. Lo sorprendente es que haya tardado tanto en producirse. De hecho, el impacto negativo del proceso de digitalización de las escuelas está documentado desde hace más de 20 años. Todos los estudios a gran escala han demostrado que el impacto es, en el mejor de los casos, nulo y, en el peor, perjudicial. El programa internacional PISA, por ejemplo, que evalúa el rendimiento de los alumnos de noveno curso en lectura, matemáticas y ciencias, muestra que las inversiones digitales están inversamente relacionadas con el progreso de los estudiantes. El cierre de escuelas durante la epidemia de Covid no hizo sino confirmar estos hechos. En todo el mundo, el fracaso fue evidente. Uno tras otro, los informes oficiales muestran una ausencia total de aprendizaje entre los alumnos durante el cierre de las aulas y el paso a la teleformación. El impacto ha sido especialmente negativo para los niños de entornos desfavorecidos.

¿Y qué impacto ha tenido cambiar los libros de texto por ordenadores o tablets?
Varios estudios han demostrado claramente que, en el caso de los textos exigentes, el cerebro humano comprende y retiene mejor lo que lee en formato impreso que en digital. Esto se debe, en particular, a la unidad espacial del libro, que favorece la creación de una representación mental coherente de los distintos elementos del texto y sus relaciones. Se nos dice que las cuestiones ecológicas son importantes. Pero la supuesta ganancia no existe; o mejor dicho, sólo existe en las condiciones inverosímiles de una durabilidad muy alta de la tableta/ordenador y una transmisión muy baja del libro de texto de un año para otro.

Usted dice que su uso idiotizador siempre se impone, pero algún beneficio tendrá aplicar la tecnología en la educación...
Hay dos respuestas a esta pregunta. En primer lugar, la única característica sólida de los sistemas escolares de éxito es la calidad de su profesorado. Los alumnos aprenden mucho mejor de personas cualificadas que de herramientas digitales. Además, los alumnos no aprenden mejor con humanos cualificados equipados con herramientas digitales que con humanos cualificados solos. La elección de la tecnología digital desvía una enorme cantidad de dinero de la contratación y formación de profesores cualificados. En segundo lugar, existe un problema de uso. ¿Qué hacen los alumnos con las herramientas digitales que les damos? Esto se ha hecho en docenas de países y regiones, con grandes gastos, y siempre con las mismas consecuencias: por lo general, ningún resultado, y lo más frecuente, un descenso del rendimiento. Tomemos, por ejemplo, el famoso y costoso programa 'Un portátil por niño' implantado en Cataluña para niños desfavorecidos. Al final, los investigadores observaron un descenso del rendimiento escolar en todos los ámbitos (inglés, español, matemáticas, etc.). Esto no es de extrañar, ya que sabemos que cuando se da este tipo de herramientas a los niños o adolescentes, no lo utilizan con fines académicos y de aprendizaje, sino para usos recreativos conocidos por degradar el rendimiento académico: jugar a videojuegos, ver series, chatear en TikTok...

Hay millones de estudios en uno y otro sentido, pero ¿existe alguna forma objetiva de medir el efecto real de las pantallas en la educación?
Existen numerosos datos sobre el tema. Algunos son experimentales. Ponga una pantalla en la habitación de un niño o dele un dispositivo electrónico y en pocas semanas observará una disminución significativa de su rendimiento escolar. Otros datos son observacionales. Muestran, tras controlar las posibles covariables (edad, educación de la madre o el padre, nivel socioeconómico, etc.), que cuanto más tiempo pasan los niños con los medios recreativos, más descienden sus resultados escolares. El uso de pantallas tiene un impacto negativo en muchos factores que impulsan el rendimiento escolar: los deberes, el tiempo de lectura, el sueño, la concentración, el lenguaje... Así que, de nuevo, la acción negativa de las pantallas recreativas sobre los resultados escolares es esperable. El milagro sería que no hubiera ningún efecto. Existen datos similares sobre el uso en la escuela. Cuanto mayores son las inversiones digitales, en todos los países, menores son los progresos de los niños.

¿Y cuál es el truco entonces? ¿Por qué casi todas las escuelas cayeron en la trampa?
La trampa es doble. Primero fue la conocida retórica de los grupos de presión, que sugería que nuestros hijos habían cambiado, que eran "nativos digitales", que sus cerebros eran diferentes, que las pantallas estaban listas para revolucionar la educación y que las escuelas tenían que adaptarse. Una avalancha de libros, artículos, conferencias, programas de televisión... apoyaban este discurso totalmente delirante. Hasta el punto de que cualquier argumento contradictorio se hacía inaudible. La tecnología digital era moderna, y las críticas sólo podían ser formuladas por reaccionarios nostálgicos y anticuados. Las escuelas tenían que subirse al carro si no querían parecer anticuadas. Hoy se empieza a ver el desastre, pero el daño ya está hecho. Y aquí es donde entra en acción la segunda etapa del cohete. En casi todos los países occidentales hay una dramática escasez de profesores cualificados por diversas razones, desde el salario a las condiciones de trabajo. La enseñanza digital es una solución perfecta para abordar el problema. En otras palabras, para muchos gobiernos, la cuestión no suele ser si debemos proporcionar a los profesores cualificados y bien pagados herramientas de enseñanza digital, sino si podemos ahorrar dinero sustituyendo el tiempo humano cualificado por tiempo informático automatizado. En muchos países la educación se percibe como demasiado cara, no pueden contratar suficientes profesores, y el discurso oficial sigue siendo brutalmente pro-digital, independientemente de los hechos.
Durante años hemos oído hablar de las supuestas ventajas cognitivas de esos nativos digitales de los que habla, pero cada vez más estudios advierten de su bajo rendimiento escolar. ¿Cuál es la versión real? ¿Son nuestros jóvenes más brillantes o más estúpidos?

Los informes demuestran que los nativos digitales son un mito, una leyenda urbana. La mayoría de nuestros hijos saben utilizar aplicaciones simplonas para jugar, ver vídeos y chatear en las redes sociales. Pero, en su inmensa mayoría, no dominan las destrezas informáticas básicas y son muy deficientes a la hora de comprender la información que encuentran en internet, tanto que un informe de la Universidad de Stanford lo considera una "amenaza para la democracia". Una gran cantidad de estudios científicos documentan el impacto negativo de las pantallas recreativas en el desarrollo de los niños. Los pilares esenciales de su inteligencia se ven afectados: el lenguaje, la concentración, la memorización, la creatividad, los conocimientos generales; lo que conlleva un descenso significativo del rendimiento escolar. En su famoso bestseller, Mark Bauerlein los llama "la generación más tonta". Yo más bien los llamaría "la generación abandonada". Lo que estamos haciendo a nuestros hijos, en nombre de la codicia y la abnegación, es imperdonable.

¿Es posible entonces cuestionar este modelo educativo sin parecer un reaccionario o un defensor del antiprogreso?

Durante mucho tiempo, ésta fue una estrategia de marketing primordial: hacer que cualquier crítico pareciera un reaccionario peligroso, amargado, celoso y temeroso de un mundo en constante cambio. Y funcionaba. Pero cada vez funciona peor. Lo mismo ocurrió con muchos grandes temas de salud pública: el tabaco, el amianto, el calentamiento global... Siempre llega un momento en que la realidad impone sus derechos; ¡y aquí estamos! El problema empieza a notarse. De hecho, se está haciendo tan visible que las patrañas propagandísticas son cada vez menos creíbles. Creo que está surgiendo una conciencia colectiva. Los padres y los profesionales de la infancia (profesores, logopedas, pediatras, etc.) pueden ver que nuestros hijos no son nativos digitales mutantes. Tienen problemas de concentración, lenguaje, aprendizaje, impulsividad, autocontrol... Esta creciente concienciación es una buena noticia. Pero, al mismo tiempo, es preocupante porque muestra cuánto daño se ha hecho ya.

¿En qué disciplina o en qué competencia diría que ha sido mayor el daño?
Lo que está en juego, sobre todo, es nuestra capacidad de pensar sobre el mundo, de comprenderlo y, en última instancia, de actuar en él como ciudadanos ilustrados. Cuando alteramos su lenguaje, su concentración y sus conocimientos, privamos a los seres humanos de su capacidad fundamental de pensar y reflexionar. No es casualidad, como señala George Steiner, que "los fundamentalistas de todo pelaje quemen libros instintivamente". La mejor manera, creo, de entender lo que está en juego aquí es echar un vistazo a las proféticas novelas de Ray Bradbury (Fahrenheit 451) y Aldous Huxley (Un mundo feliz). El primero describe personajes incultos, huecos, incapaces de pensar, ebrios de drogas psicotrópicas y pantallas recreativas. El segundo describe a una casta de empleados celosos, embrutecidos por entretenimientos sin sentido, privados de lenguaje, incapaces de reflexionar sobre el mundo, pero felices con su suerte.
¿Qué papel juegan los docentes en ese mundo?

Se nos dice que, en un futuro próximo, los profesores serán "mediadores" que estarán ahí para orientar a los niños hacia las herramientas digitales proporcionándoles una "enseñanza personalizada". No hacen falta competencias, vienen pseudoprofesores baratos, al menos para los niños más desfavorecidos. También se dice que los profesores serán "guías", que ayudarán a los niños a encontrar la información que necesitan en Internet, porque está toda ahí. No hace falta aprender, basta con "buscar en Google". ¿Quién es tan ingenuo como para creerse este cuento? Es muy difícil que los alumnos aprendan eficazmente cuando tienen que extraer, clasificar, evaluar y organizar el flujo de información que devuelven los motores de búsqueda. Un buen profesor hace eso por los alumnos. Sólo cuando éstos hayan adquirido conocimientos suficientes sobre un tema determinado podrán hacer un uso fructífero de los recursos dispares y fragmentados de internet. Lo que nos hace inteligentes no es lo que sabe Google, sino lo que sabemos nosotros.

¿Hacia qué modelo educativo vamos ahora?
Creo que nos dirigimos hacia un sistema cada vez más desigual, similar al actual en Estados Unidos, que penaliza brutal e injustamente a los niños más pobres. Por un lado, tendremos escuelas públicas para niños desfavorecidos, saturadas de tecnología digital y mal financiadas, estructuradas en torno a "mediadores" y/o profesores mal formados y poco cualificados. Por otro lado, habrá escuelas privadas, dirigidas a las familias privilegiadas, con profesores bien pagados, eficientes y bien formados. Si mantenemos el rumbo actual, ahí es adonde nos dirigimos.

Fuente: https://www.elmundo.es/papel/historias/2023/06/25/64947bedfdddffc53a8b458b.html

martes, 4 de octubre de 2022

¿Hay que actualizar el lenguaje los clásicos literario?

Los clásicos de la literatura son clásicos porque no pasan de moda, lo que sí pasa de moda es el lenguaje. Leyendo el magnífico libro de Baltasar Gracián, "Oráculo manual y arte de prudencia", te das cuenta que en ocasiones es difícil entender el castellano de la época del barroco, es por ello que creo necesario que haya versiones actualizadas, pero que conserven a la par el texto original, es decir, las ediciones dobles, como esta  que encontré en Amazon.



Es la mejor forma de que los clásicos de verdad no pasen de moda.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Un blog sobre complementos masculinos

He encontrado un blog sobre Accesorios y Complementos masculinos realmente recomendable. Trata sobre aquellas cosas legendarias que los hombres pueden llevar consigo.

Complementos Masculinos